La dicha, el bienestar y la satisfacción suelen ser palabras claves que las personas asocian con la felicidad. En algunos casos también se asocia con el bienestar subjetivo, con la cantidad de emociones positivas que se experimentan, o incluso, con las palabras utilizadas para expresar sentimientos.
Según los especialistas en el tema existen estrategias y consejos que pueden hacer de la felicidad algo a largo plazo: cómo pensamos, cómo nos dirigimos a nosotros mismos y qué nos decimos parecen ser las consignas que permiten cambiar ampliamente los estados de ánimo.
Esta hipótesis es la que plantean destacados psicólogos estadounidenses, Leslie Richardson y Neil Parischa. Ambos profesionales coinciden en que ciertas palabras y frases actúan como impulsores de aquella felicidad.
Las seis frases que estimulan la felicidad
- El “Puedo” sobre el “tengo que”
El “puedo” nos libera y a la misma vez nos hace capaces. Hacer este cambio lingüístico nos desencadena de las obligaciones y nos acerca a las oportunidades. Pensar las situaciones que debemos afrontar como oportunidades nos conduce a un estado de positividad y genera mayor satisfacción.
Esa palabra mágica, “yo puedo” permite enfrentar los problemas de una manera más optimista y efectiva, dándonos el ánimo de que estamos aptos para enfrentar las vicisitudes de la vida.
-“Rosa, Espina, capullo”
Esta estrategia está dedicada al análisis posterior y no tanto a una felicidad instantánea. El juego “Rosa, espina, capullo” nos acerca a realizar un balance de nuestro día, identificando un momento destacado del mismo, un tiempo en el que hayamos sentido ese estado de satisfacción, “la rosa”; un fracaso, desafío o sentimiento negativo, “la espina”; y algo que anhelamos que suceda, “el capullo”.
- Sumergirse en las historias del otro
Dejar a un lado el egoísmo y volcarse a la escucha atenta colabora en profundizar las relaciones y gestionar las emociones. Fortalecer conexiones que apreciamos nos genera esa satisfacción que buscamos. Tener a los que más queremos cerca y reforzar los vínculos nos trae mayor alegría.
El centrar la energía en lo que dice la otra personas envía un mensaje de respeto y aprecia por los sentimientos y pensamientos de la otra persona así como promueve la empatía.
- El “todavía” nos abre más puertas
Dejar de lado el “no” y abrirnos el camino al “en algún momento” , nos ayuda a cambiar la perspectiva. El “todavía” es una palabra ideal que sirve para enfrentar los contratiempos y nos abre las puertas a que en algún momento aquello que ahora no parece posible, en un futuro, lejano o no, lo será.
Así, agregarle al “no puedo”, “no lo soy”, "no lo tengo", el “todavía”, palabras y pensamientos negativos que generan estrés o ansiedad, nos conduce al optimismo. Decirse mentalmente que “No tengo el trabajo de mis sueños… todavía” acerca a la esperanza y a la satisfacción de que en algún momento ocurrirá.
- Salirnos de la nebulosa: ¿Esto importará dentro de un año?
Traernos la calma de que todo sentimiento es pasajero y todo problema tiene solución, nos acerca a esa paz y sentimiento de plenitud asociado a la felicidad. Preguntarnos si lo que está pasando tendrá la magnitud que ahora parece nos ayuda a quitarle peso a ese problema, ya que en el futuro será menor o ni existirá.
Es fácil perdernos en los obstáculos del momento y sentir que no hay salida. Por ello, intentar salir de esa nebulosa y hacernos esta pregunta, nos trae la calma necesaria para atravesar los problemas.
-Vamos paso a paso
Centrarse en una sola tarea o en un sólo problema a la vez nos trae claridad ante lo borroso que puede parecer la cantidad de situaciones que atravesamos día día. Es fácil perdernos y sentirnos agobiados ante tantas eventualidades.
Concentrarse en una situación y no querer abarcar todo, ayuda reducir la distracción y la fatiga de la toma de decisiones. Las metas y desafíos pequeños permiten avanzar mejor y promueven la felicidad genuina